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Disautonomía: la falla del sistema nervioso central autónomo, una enfermedad mal diagnosticada


La disautonomía es un término general que se utiliza para describir una amplia variedad de trastornos que afectan al sistema nervioso autónomo (SNA). El SNA es un sistema del cuerpo que controla funciones involuntarias como la frecuencia cardíaca, la presión arterial, la digestión, la sudoración y la temperatura corporal. La disautonomía se produce cuando el SNA no funciona correctamente, lo que puede provocar una amplia gama de síntomas, incluyendo mareos, desmayos, problemas digestivos, fatiga, sudoración excesiva, palpitaciones y cambios en la presión arterial. La disautonomía puede ser causada por una variedad de factores, incluyendo trastornos neurológicos, enfermedades autoinmunitarias, lesiones nerviosas, infecciones y otros factores desconocidos. El tratamiento de la disautonomía depende de la causa subyacente y puede incluir medicamentos, cambios en el estilo de vida y terapia física.


Clasificación de la disautonomía

La disautonomía puede ser clasificada en primaria, secundaria o terciaria, según la causa subyacente del trastorno.


  • Disautonomía primaria se refiere a un trastorno que afecta directamente el sistema nervioso autónomo, sin que haya una causa identificable. Estos trastornos primarios de la disautonomía pueden ser hereditarios o adquiridos, y pueden afectar a diferentes partes del sistema nervioso autónomo. Ejemplos de disautonomía primaria incluyen la disautonomía familiar, la hipotensión ortostática primaria, la disautonomía por falla autonómica primaria y la neuropatía autonómica idiopática.

  • Disautonomía secundaria, por otro lado, se refiere a una disfunción autonómica que se presenta como resultado de otra afección médica subyacente, como la diabetes, la enfermedad de Parkinson, la enfermedad de Lyme, el lupus, la esclerosis múltiple, la enfermedad celíaca, entre otras. La disautonomía secundaria puede ser tratada tratando la causa subyacente del trastorno.

  • Disautonomía terciaria se refiere a una disfunción autonómica que resulta de una lesión o traumatismo en el sistema nervioso central o periférico. La disautonomía terciaria se puede presentar en personas que han sufrido un accidente cerebrovascular, lesiones en la médula espinal, traumatismo craneoencefálico, o en casos de neuropatías periféricas crónicas.

Es importante que un especialista médico evalúe y diagnostique la disautonomía, y en caso de que se considere necesaria la intervención de un psicólogo, este profesional puede ayudar al paciente a manejar los aspectos emocionales y psicológicos relacionados con la enfermedad, como la ansiedad, la depresión y el estrés que pueden estar asociados con los síntomas de la disautonomía. Un psicólogo puede trabajar en conjunto con el médico tratante para diseñar un plan de tratamiento integral y mejorar la calidad de vida del paciente.


Tipos de disautonomía más comunes

Existen varios tipos de disautonomía, pero los más comunes son:

  • Disautonomía familiar: también conocida como disautonomía hereditaria, es una enfermedad genética rara, se caracteriza por la disfunción del sistema nervioso autónomo y puede provocar mareos, desmayos, problemas gastrointestinales, sudoración excesiva, visión borrosa y otros síntomas.

  • Síndrome de taquicardia postural ortostática (STPO): es una forma común de disautonomía que afecta a la capacidad del cuerpo para regular la presión arterial y el ritmo cardíaco al cambiar de posición. Se produce una disminución de la presión arterial cuando la persona se pone de pie, lo que puede provocar mareos, desmayos y otros síntomas.

  • Disautonomía inducida por fármacos: algunos medicamentos pueden interferir en el funcionamiento del sistema nervioso autónomo, lo que puede provocar disautonomía. Algunos medicamentos comúnmente asociados con la disautonomía incluyen los antidepresivos, los antipsicóticos y los medicamentos para la presión arterial.

  • Disautonomía neuropática: es una forma de disautonomía que se produce cuando los nervios que controlan las funciones autonómicas se dañan. Puede ser causada por enfermedades autoinmunitarias, lesiones nerviosas, infecciones y otras afecciones.

  • Disautonomía idiopática: es una forma de disautonomía en la que no se conoce la causa subyacente. Puede provocar una amplia gama de síntomas, incluyendo mareos, desmayos, fatiga, sudoración excesiva y otros síntomas.

  • Disautonomía neurocardiogénica: también conocida como síncope vasovagal o síncope neurocardiogénico, es un tipo de disautonomía que se caracteriza por la presencia de desmayos o pérdida de conciencia, generalmente en respuesta a ciertos desencadenantes, como el estrés, el dolor, el calor, la falta de sueño o la deshidratación. Esta condición se produce cuando el sistema nervioso autónomo, encargado de regular las funciones involuntarias del cuerpo, como la frecuencia cardíaca y la presión arterial, no funciona correctamente. En la disautonomía neurocardiogénica, se produce una respuesta exagerada del sistema nervioso autónomo, lo que provoca una dilatación de los vasos sanguíneos y una disminución de la presión arterial y la frecuencia cardíaca, lo que puede llevar a la pérdida de conciencia. Los síntomas pueden incluir mareo, sudoración, palidez, náuseas y visión borrosa. Aunque la disautonomía neurocardiogénica es una condición benigna en la mayoría de los casos, puede ser debilitante y afectar significativamente la calidad de vida de las personas que la padecen. El tratamiento puede incluir medidas no farmacológicas, como cambios en el estilo de vida y la dieta, y en algunos casos, se pueden recetar medicamentos para ayudar a controlar los síntomas.

Disautonomía enfermedad mal diagnosticada

La disautonomía es una enfermedad que puede ser difícil de diagnosticar debido a la amplia variedad de síntomas que puede presentar y que a menudo se solapan con los de otras enfermedades. Los síntomas de la disautonomía pueden variar ampliamente de una persona a otra, lo que también puede dificultar el diagnóstico. En algunos casos, los pacientes con disautonomía pueden ser diagnosticados erróneamente con otras afecciones médicas que tienen síntomas similares, como trastornos de ansiedad, depresión, hipotiroidismo o enfermedades neurológicas.


Es importante que los pacientes que experimentan síntomas de disautonomía hablen con un médico especialista en la materia y que se realice un examen detallado para determinar el diagnóstico adecuado. Es posible que sea necesario realizar pruebas específicas, como una prueba de inclinación, que puede ayudar a confirmar el diagnóstico de disautonomía.


Disautonomía y la salud mental

La disautonomía puede afectar significativamente la salud mental de una persona. Debido a que la disautonomía puede causar una variedad de síntomas físicos, como mareos, fatiga, sudoración excesiva, palpitaciones y dificultad para respirar, puede ser difícil para las personas con disautonomía llevar a cabo sus actividades diarias y mantener un estilo de vida normal. Esto puede llevar a sentimientos de frustración, tristeza, aislamiento y depresión.


La disautonomía puede tener un impacto en la calidad del sueño, lo que puede agravar los síntomas de la enfermedad y contribuir a problemas de salud mental como la ansiedad y la depresión. El dolor crónico y la sensación de malestar generalizado también pueden ser síntomas comunes de la disautonomía, lo que puede tener un impacto negativo en el bienestar emocional de una persona.


Es importante que las personas que experimentan síntomas de disautonomía trabajen con un equipo de atención médica que comprenda las implicaciones tanto físicas como emocionales de la enfermedad. Esto puede incluir no solo un médico especializado en disautonomía, sino también un terapeuta o consejero que pueda ayudar a abordar los aspectos emocionales y psicológicos de la enfermedad.


Importancia del psicólogo en la disautonomía

Un psicólogo puede ayudar a una persona con disautonomía en varios aspectos, incluyendo:

  • Manejo del estrés: La disautonomía puede ser una condición estresante, por lo que el psicólogo puede ayudar a la persona a manejar el estrés y la ansiedad asociados. Pueden enseñar técnicas de relajación y mindfulness, así como estrategias para manejar los pensamientos y emociones que puedan contribuir al estrés.

  • Apoyo emocional: La disautonomía puede afectar la calidad de vida de una persona, lo que puede tener un impacto en su salud mental. Un psicólogo puede ofrecer apoyo emocional y ayuda para enfrentar los desafíos que surgen debido a la condición.

  • Identificación de factores desencadenantes: Un psicólogo puede ayudar a la persona a identificar factores desencadenantes que puedan empeorar sus síntomas de disautonomía, como el estrés o ciertos alimentos, y brindar recomendaciones para evitar o manejar estos factores.

  • Manejo de la depresión: La disautonomía puede aumentar el riesgo de depresión. Si la persona experimenta depresión, el psicólogo puede ofrecer terapia y otros tratamientos para ayudar a manejar los síntomas.

  • Educación: El psicólogo puede proporcionar información y educación sobre la disautonomía y sus síntomas, así como ayudar a la persona a comprender y manejar su condición.

Las terapias que se brindan en Psicológica Mente pueden ayudar a las personas con disautonomía a manejar sus síntomas y mejorar su calidad de vida en general.



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